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Gestión básica del riesgo

Gestión básica del riesgo en las apuestas deportivas

La gestión del riesgo es un componente esencial en las apuestas adecuadas. Un jugador debe considerar factores clave para reducir su riesgo, como el control emocional, el valor esperado, la administración de su capital de apuesta y la disciplina financiera. Entender estos elementos le permite tomar decisiones informadas, mejorar sus posibilidades de éxito y proteger su inversión.

Control Emocional

El control emocional es, quizás, el aspecto más crucial en la gestión del riesgo. Se trata de enfrentar con serenidad las situaciones difíciles que un jugador podría vivir al apostar. Esto implica comprender la inevitabilidad de tener días buenos y malos y cómo manejar los errores.

Las emociones a menudo llevan a los jugadores a tomar decisiones irracionales que no se basan en datos objetivos o análisis. Durante una racha de pérdidas, es común querer recuperar rápidamente lo perdido, lo que puede llevar a decisiones apresuradas. Estas decisiones, impulsadas por las emociones, a menudo agravan las pérdidas y pueden agotar rápidamente los recursos del jugador.

Siempre habrá altibajos al apostar debido a la complejidad inherente de los eventos deportivos. Por ello, es vital no interpretar un solo día, bueno o malo, como una confirmación de una estrategia de apuesta. Para evaluar la efectividad de una estrategia es necesario un análisis basado en el razonamiento estadístico y probabilístico, considerando resultados históricos, desempeño a largo plazo y simulaciones.

Los errores pueden minimizarse, pero aún así pueden ocurrir. Es vital reconocerlos, aprender de ellos y usar esa experiencia para tomar decisiones más informadas en el futuro. Esta actitud es más efectiva que reaccionar de manera impulsiva.

Entendiendo el Valor Esperado

El concepto de valor esperado (a veces referido como EV por sus siglas en inglés) es esencial en la gestión del riesgo en las apuestas deportivas. Es una medida que indica la rentabilidad a largo plazo de una oportunidad de apuesta. El jugador lo utiliza para determinar si una apuesta es potencialmente rentable, lo que implica una investigación y análisis rigurosos.

El valor esperado de una apuesta es la cantidad promedio que un jugador puede esperar ganar o perder por apuesta si realiza la misma apuesta infinitas veces. Se calcula multiplicando cada resultado potencial por la probabilidad de ese resultado y sumando estos productos. Un valor esperado positivo indica una apuesta potencialmente rentable a largo plazo, mientras que uno negativo sugiere una apuesta potencialmente perdedora.

Esta es la fórmula del valor esperado como porcentaje del dinero apostado:

e: valor esperado
w: probabilidad real de ganar
p: premio potencial (no el retorno total)
l: probabilidad real de perder

e = wp - l

Imaginemos que un corredor ha establecido el momio decimal de que x ocurra en 2.05, lo que implica una probabilidad de ≈48.78% (1/2.05). El corredor básicamente sugiere que cree que las posibilidades de que x ocurra son menores que ≈48.78%. Por lo tanto, ofrece una recompensa que, a largo plazo, no generaría retorno para el jugador si las posibilidades fueran realmente de ≈48.78%.

e₁ = (1/2.05) · (2.05-1) - (1 - 1/2.05) = (1/2.05) · (1.05) - (2.05 - 1)/2.05 = 1.05/2.05 - 1.05/2.05 = 0 = 0%

Y una pérdida si las posibilidades son incluso menores que ≈48.78%, como, por ejemplo, 47%:

e₂ = .47 · (2.05-1) - .53 = .47 · 1.05 - .53 = .4935 - .53 = -.0365 = -3.65%

El corredor, sin duda, ha calculado probabilidades más bajas que las equitativas. Sin embargo, no es infalible, y ahí radica la esperanza del jugador para obtener beneficios a largo plazo: ser mejor que el corredor al calcular las posibilidades reales de un evento. Supongamos que, tras un análisis exhaustivo, un jugador tiene razones estadísticamente sólidas para creer que un evento x tiene ≈50% de posibilidades de ocurrir. Dadas estas posibilidades, puede calcular que el valor esperado real de su apuesta sería positivo, y por lo tanto, una buena oportunidad de apuesta:

e₃ ≈ .5 · (2.05-1) - .5 ≈ .5 · 1.05 - .5 ≈ .525 - .5 ≈ .025 ≈ 2.5%

Ese porcentaje puede parecer pequeño, pero incluso una ventaja menor sería suficiente para generar beneficios a largo plazo, siempre que se aplique una adecuada gestión del riesgo y administración del capital de apuesta.

La relevancia del valor esperado radica en su aplicación a las decisiones de apuesta. Ayuda al jugador a tomar decisiones informadas basadas en una investigación exhaustiva, análisis de equipos, comparación de momios de corredores y evaluación de las circunstancias del evento. Solo las apuestas con un valor esperado positivo deben ser consideradas, ya que señalan oportunidades potencialmente rentables a largo plazo. Cualquier apuesta sin valor esperado positivo puede llevar a la pérdida de dinero a largo plazo e incluso a la bancarrota. Apostar sin tener idea sobre el valor esperado es casi como apostar a ciegas, sin saber si es una buena o mala apuesta, y eso es extremadamente arriesgado.

Administración del Capital de Apuesta

El capital de apuesta del jugador es su presupuesto para apostar. Un capital bien administrado actúa como un baluarte contra la impredecibilidad inherente de los resultados deportivos, ayudándolo a sobrevivir a rachas de pérdidas sin arriesgar perder todo su dinero. Por lo tanto, la administración del capital de apuesta es la estrategia utilizada por el jugador para gestionar sus fondos de apuestas de manera eficiente, equilibrando el riesgo de bancarrota con el potencial de ganancia.

La necesidad de una estrategia de administración del capital de apuesta razonablemente válida surge de la volatilidad y la impredecibilidad inherentes a las apuestas deportivas. Incluso si el valor esperado de cada una de sus apuestas es positivo, el jugador aún puede perder todo su capital de apuesta si no lo administra con cuidado. Un control efectivo del capital implica dispersar el riesgo distribuyendo el dinero en múltiples apuestas, evitando así el error de poner todos los huevos en una sola canasta.

Existen varias estrategias de administración del capital de apuesta, cada una con diferentes grados de riesgo y recompensa, y no todas están justificadas racionalmente por el razonamiento probabilístico.

Estos son algunos ejemplos de estrategias razonablemente válidas, ordenadas desde la menos arriesgada pero con el menor potencial de ganancia, hasta la más arriesgada pero más rentable:

  • Apuesta fija: jugar siempre la misma pequeña cantidad de dinero (por ejemplo, ¤1) en todas las apuestas. Esta es quizás la más segura, porque el riesgo disminuye con cada victoria. Sin embargo, el potencial de ganancia es pequeño en comparación con otras estrategias donde el dinero apostado aumenta con el crecimiento del capital de apuesta o es proporcional al valor esperado.
  • Apuesta plana: apostar siempre el mismo pequeño porcentaje del capital de apuesta en cada jugada.
  • Apuesta por unidad: determinar un pequeño porcentaje fijo como una unidad y variar la cantidad de unidades a apostar dependiendo del valor esperado.
  • Criterio de Kelly: apostar mediante una fórmula llamada "criterio de Kelly", que indica el porcentaje del capital de apuesta que debe jugarse en una apuesta particular para obtener la máxima ganancia a largo plazo. Esta fórmula es el valor esperado (como porcentaje) dividido por el premio:
    • k: criterio de Kelly
    • k = e / p = (wp - l) / p
    • El criterio de Kelly, sin embargo, es muy arriesgado, y generalmente solo se apuesta una fracción de él para reducir el riesgo general.


Ejemplos de estrategias no razonables, que deben ser evitadas por cualquier jugador serio, son:

  • Martingala y sus variantes (fibonacci, doblar, antimartingala, D'Alembert, Labouchère...): multiplicar la cantidad de dinero a apostar por algún factor (por 2 en la Martingala original) con cada pérdida, de modo que la primera victoria eventual recupere todas las pérdidas anteriores más una ganancia. Las variantes pueden cambiar el factor, o hacer que la multiplicación ocurra solo cuando se gana, o hacer una suma en lugar de una multiplicación, etc. Sin embargo, todas sufren del mismo problema: el dinero necesario para aplicarlas con cada nueva jugada crece exponencialmente, y después de algunas pérdidas agotan todo el capital del jugador. Solo funcionarían si el jugador tuviera dinero infinito. Sin embargo, hay un límite en la cantidad de dinero que un jugador puede apostar en una sola jugada, por lo que incluso con fondos ilimitados estas estrategias podrían fallar.
  • Todo o nada: Quizás la más arriesgada de todas en las apuestas deportivas, esta estrategia implica apostar todo el capital de apuesta en cada jugada. La idea es ganar mucho o perderlo todo. No hace falta decir que esta estrategia ignora todos los principios de una adecuada gestión del riesgo y puede llevar a la pérdida de todo el capital de apuesta en una sola jugada. Irónicamente, en juegos de casino, como la ruleta europea, donde el valor esperado es siempre negativo, esta estrategia es en realidad algo aceptable, siempre que el jugador apueste solo una vez y luego se retire, ya que es más probable ganar una vez, por ejemplo, apostando a un color (≈48.65%) que ganar muchas veces. Sin embargo, no es tan intuitivo y fácil de aceptar, ya que es más tentador pensar que de alguna manera se puede vencer a la ruleta, aunque no sea posible.


Estas estrategias pueden parecer tentadoras debido al atractivo de un gran premio, pero en última instancia son defectuosas porque ignoran las realidades fundamentales de las apuestas: los resultados de las apuestas son inciertos y las rachas de pérdidas pueden ocurrir. Una robusta estrategia de administración del capital de apuesta reconoce estas verdades y se prepara para ellas, en lugar de intentar explotar un patrón ilusorio en los resultados.

Disciplina Financiera

La disciplina financiera garantiza que las actividades de apuestas de un jugador no tengan efectos perjudiciales en su salud financiera general. Un jugador solo debe apostar con dinero que pueda permitirse perder, y debe proteger su estilo de vida de los posibles impactos adversos de las apuestas.

Apostar es inherentemente impredecible, y siempre hay un riesgo de pérdida, independientemente de cuán segura pueda parecer una apuesta. Como tal, la regla de oro de las apuestas es solo apostar con dinero que el jugador esté dispuesto a perder.

Además, apostar no debe convertirse en una fuente de estrés o preocupación financiera. Debe seguir siendo una actividad placentera y no interrumpir su estilo de vida. Al adherirse a los principios de la disciplina financiera, un jugador puede asegurarse de que una racha de pérdidas no resulte en dificultades innecesarias.

Conclusión

La gestión del riesgo en las apuestas deportivas implica una interacción coherente de varios elementos: control emocional, comprensión del valor esperado, administración del capital de apuesta y disciplina financiera. El control emocional permite un pensamiento claro y decisiones racionales. Comprender el valor esperado guía a los jugadores hacia apuestas potencialmente rentables. Las técnicas efectivas de administración del capital de apuesta aseguran la longevidad de las actividades de apuestas del jugador. Por último, la disciplina financiera protege el bienestar financiero y el estilo de vida del jugador. Integrar estos factores en un enfoque integral mejora las posibilidades de un jugador de disfrutar de las apuestas deportivas y lograr éxito a largo plazo.